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HISTORIA DEL VALLECITO DE TILALI

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Tilali es el pueblo peruano fronterizo con Bolivia ubicado en la orilla norte del lago Titicaca. No tiene el movimiento comercial de Desaguadero pero sí una historia que se remonta al esplendor inca. Tilali ha merecido un libro que muestra su historia y atractivos turísticos.


Escribe: Fernando Chuquipiunta Machaca


Historia del eterno vallecito de Tilali tiene una influencia casi determinante de la historia del Perú contemporáneo. Esa época significa para el profesor Julio Colquehuanca Chira (Moho, 1954), el inicio de una actividad histórica sumamente productiva, junto a varios historiadores puneños.



En el libro, el concepto de la libertad se alza como una bandera ondeante, el profesor Julio Colquehuanca Chira se propone preservarlo en el combate cotidiano que el hombre libra en duras jornadas, para defender sus derechos, su existencia, aun los colores del arco iris. Se necesita inclusive libertad, para deshacerse del propio idioma, para buscar nuevas formas de expresión, libertad para preconizar un mundo donde el hombre pueda vivir construyendo un futuro llena de luz.



El libro Historia del eterno vallecito de Tilali es producto de más de tres décadas de reflexión, trabajo arduo y perseverancia.

Por eso con mucha razón existe una regla tácita que impone que un libro de historia debe ser unitario, coherente, un todo orgánico que camine solo.



En Historia del eterno vallecito de Tilali, el autor reúne escritos en diferentes épocas pero que muestra una preocupación permanente por la realidad social humana del distrito de Tilali (Moho).

El autor se las ingenió para estructurar un libro sólido con piezas independientes, pero con engranajes, todos de una escritura mucho mayor.



El libro contiene diez capítulos de excelente factura. Propone una manera de contar en la que las palabras en sí mismas abren mundos y conforman un misterio que el lector zahorí tiene que presentir.

Al mismo tiempo, la objetividad de sus escritos, se desplazan por la memoria colectiva, con una energía vital que denota una luz de esperanza que describe sobre las dos islas de Aynacha (Huatasani), los complejos arqueológicos del centro poblado de Cupisaya, la feria internacional de Tilali, las playas turísticas de Cokawi en Patascachi, la hermosa vegetación de Titali, entre otros.



Siendo el autor un historiador moheño que inicia el arduo camino de búsqueda del estilo propio, conviene que no se deje llevar por la subjetividad tradicional y sacrifique la inagotable vena fantástica que es inherente a la historia universal.



Su libro Historia del eterno vallecito de Tilali nos lleva a calificarlo como una ópera prima que posee la suficiente imagen para recrear la realidad sin aderezos. El mérito que ostenta su libro radica, también, en el tratamiento de un tema vitalmente trascendental para la nación aymara.



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