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3 de octubre de 2024

EL TRONO DE LA TEJEDORA Y EL HOMBRE ENCAPSULADO

Los moches nunca dejan de sorprender: los hallazgos en waka Pañamarca dan nuevas luces sobre el esplendor de esta antigua civilización.


Roberto Ochoa Berreteaga


Hace 1500 años el valle de Ñepeña era el asentamiento más meridional del país de los Moche. Ahora está ubicado al norte de la costa de la región Áncash, más precisamente entre Casma y Chimbote. Mantiene un ancestral vínculo con las poblaciones del Callejón de Huaylas (donde se desarrolló la no menos sorprendente cultura Recuay) pero me atrevería a afirmar que la cuenca del río Ñepena es el punto del litoral más cercano a las culturas serranas que se desarrollaron entre las cordilleras Negra y Blanca.

Y es precisamente en medio de este valle y a solo quince kilómetros de la playa donde está ubicada la waka Pañamarca. Hoy en día este promontorio rocoso coronado con monumentales construcciones de adobe luce rodeado de plantaciones de agroexportación. Es posible que hace 15 siglos quizá también estaba rodeado de campos de cultivo, pero ahora sabemos que Pañamarca fue un epicentro textil gobernado por una misteriosa y reverenciada tejedora con dotes de sacerdotisa y guerrera.

Una razón más para creer que lo textil esa la base de la civilización andina.




Pero estas líneas están dedicadas a las maravillosas pinturas murales descubiertas en la waka. Desde el siglo pasado, Pañamarca también hizo noticia por sus sugestivos murales que dieron nuevas luces sobre e esplendor mochica y que ganaron un lugar enla historia del arte andino.

Personalmente creo que estos murales son la mejor representación de las artes plásticas previas a la llegada de los europeos.

Hoy en día, la waka de Ñepeña volvió a hacer noticia en todo el mundo con el hallazgo de nuevos murales que decoran columnas y paredes de unos misteriosos aposentos desenterrados por los expertos del proyecto de investigación Paisajes Arqueológicos de Pañamarca



La noticia de este nuevo hallazgo dio la vuelta al mundo y coincidió con la identificación de más de 300 nuevos geoglifos en las pampas de Nasca y Palpa.

De toda esta maravillosa galería de arte desenterrada en Pañamarca yo me quedo con un enigmático personaje que volvió a nacer. Me refiero al “hombre encapsulado”, una representación que se puede ver también en el “muro del tema complejo” hallado en waka El Brujo y luego en waka de la Luna. Ambas corresponden al esplendor moche. Posan con báculos en cada mano y están ubicados sobre la representación de la luna en cuarto creciente (en El Brujo) y sobre la luna y una figura estelar que puede ser venus (en waka de la Luna). Sobre ellos no se ha escrito mucho pero recomiendo la lectura de la interpretación del Dr. Rodolfo Sánchez Garrafa en el libro Cosmos Moche: https://www.andaresmagazine.com/libros-semanales/cosmos-moche.




En Pañamarca, empero, la presencia de esTE “hombre encapsulado” en más que sugestiva: semeja un guerrero con un escudo en cada mano y el cuerpo teñido de un color grana cochinilla (rojo) que también pinta la “cápsula” que rodea al personaje. A diferencia de la imagen de El Brujo y de waka de la Luna, la de Pañamarca está rodeada con once estrellas de color negro (tres de ellas con un punto en el centro). La imagen está ubicada debajo de una figura que me hace recordar esas imágenes propias de la “rebelión de las cosas”… y hay otras estrellas que han cobrado vida con las puntas de cabezas de serpientes. En una de estas estrellas se identifica a una dama (con sus trenzas) también encapsulada en el centro de una estrella. Ambas imágenes miran de derecha a izquierda, hacia la figura principal: la misma dama de trenzas que parece caminar en el cielo convertida en la luna en cuarto creciente de donde emergen “dragones” (así, entre comillas) con lenguas bífidas. Al extremo izquierdo una estrella convertida en guerrero con escudo estrellado, porra y protector coxal que parece correr o danzar entre estrellas de cinco puntas con rostros de asombro o de temor.



Lo maravilloso es que esta escena está dibujada en el espaldar del trono descubierto por los arqueólogos. Mientras que los porta brazos del trono fueron decorados con dibujos de tejedoras que también lucen largas trenzas… ¿o son imágenes de la misma soberana en distintos momentos de su vida?. Ahora sabemos que se han logrado recuperar cabellos y otros restos orgánicos en el trono, pero está claro que se trata de una soberana y tejedora.

La presencia de estrellas dibujadas en el trono podrían representar la pacarina u origen mitológico de esta gran señora.

Como sabemos, en el libro de Masato Sakai (el arqueólogo que hizo noticia en esto días con la identificación de nuevos geoglifos en Nasca) Reyes, estrella y cerros de Chimor se plantea que muchos palacios de Chan Chan estás directamente orientados a estrellas, planetas y constelaciones, consideradas las pacarinas y lugares de origen de las familiares reales chimú. Me pregunto ¿algo similar sucedió con la élite moche? Así como en lo dibujos que decoran el trono de Pañamarca, en el “muro del tema complejo” sobran las estrellas formando constelaciones y vincu8adas con soberanos moche.

De mi parte sigo maravillado con los dibujos hallados en Pañamarca y trato de reconstruir mentalmente ese gigantesco palacio de adobe decorado con pinturas murales.




Más allá del debate sobre si estas representaciones pictóricas son “arte” tal y como se identifica en la cultura occidental, siempre se dijo que una de las diferencias es que el “arte” que conocemos como “clásico” desde el esplendor griego se caracteriza, entre otras cosas, porque identificamos al artista. Creo que el anonimato característico en las pinturas, textiles, cerámicas, orfebrería y esculturas del mundo andino no le resta mérito artístico: pero hoy en día estamos muy cerca de identificar a esos talentosos artesanos que, gracias a su arte, merecieron un entierro digno de un gran señor. Basta con ver la tumba descubierta hace poco en el Castillo de Huarmey

https://www.andaresmagazine.com/galeria/artesanos-wari-en-el-mad-y-artistas-pl%C3%A1sticos-en-casa-tambo) donde se logró recuperar su ajuar funerario que incluye las herramientas inutilizadas del artesano enterrado.

Quizás nunca se podrá conocer el nombre de la soberana moche que gobernó en waka Pañamarca pero reconocemos su poder y su arte gracias a las investigaciones arqueológicas y a esas pinturas murales que inmortalizaron su existencia.

Esta historia continuará…



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